Errores y aciertos en la aventura de emprender

La figura del emprendedor ha cambiado en los últimos años. Si bien desde hace dos décadas el pequeño y mediano negocio suponía casi el 70% del empleo nacional, no ha sido hasta la actual coyuntura económica cuando se ha comenzado a valorar de forma más racional al emprendedor. La pérdida de puestos de trabajo ha hecho que muchos altos cargos y personas con responsabilidad en grandes empresas se “líen la manta a la cabeza” e inicien la aventura de emprender, teniendo como apoyo su experiencia y lo aprendido en la universidad.

Se puede decir que hay dos tipos de estudiantes universitarios, diferenciados en su actitud cuando concluyen la carrera. De una parte está el que se agarra a una empresa aunque lo tengan como becario con más de 30 años. Las promesas banales son poco fructíferas y muy desalentadoras. El problema de estas personas a la hora de encontrar trabajo es que están viciados por su prolongada situación de becarios y no han desarrollado las aptitudes que buscan las empresas. Por contra se encuentran los emprendedores. Aquellos que al terminar los estudios pasan un tiempo prudencial al abrigo de una beca para posteriormente dar el paso y hacer realidad su propio proyecto empresarial, no por eso sin dificultades y altibajos. Con todo, tiene menos riesgo el que emprende que el que se juega todas sus cartas a fraguar su posición de becario en un puesto más o menos estable.

Actualmente existen multitud de opciones para encontrar financiación para montar un negocio. Desde la Unión Europea se ponen en marcha periódicamente fondos que llegan a España a través del ICO, comunidades autónomas y otras instituciones ligadas al mundo empresarial. Lo que sí que hay que tener claro es el área donde iniciar la actividad. Un “gurú” de la economía (si es que los hay) decía hace un tiempo que el emprendedor nato es capaz de iniciar un nuevo proyecto cada año, hasta cubrir cinco sectores bajo su responsabilidad. No obstante es bueno saber que las actividades relacionadas con el ocio y las nuevas tecnologías son las que más potencial tienen a corto plazo.